El
9 de noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín. La libertad, ese
día, ganó la partida al utópico sueño comunista, el
individualismo y el mérito se impusieron a la fantasiosa ensoñación
colectivista e igualitaria. El régimen más sanguinario de la
historia de la Humanidad no pudo sostenerse ni aun sirviéndose de
los más salvajes medios.
La
situación que hogaño vivimos en España, sin embargo, ha vuelto a
dar protagonismo a los seguidores de Marx y de Lenin. La profunda
decadencia que la democracia española atraviesa, manifestada en una
crisis económica que no deja de tener su génesis en la podredumbre
moral occidental, ha dado pie a que los defensores de la más
peligrosa de las ideologías se sitúen en el centro del debate
político, cuando hacía tiempo que sus tesis parecían superadas.
Nuestra
gloriosa patria, y más ampliamente Europa, languidece. Parecemos,
los europeos, hastiados de esa pluralidad de opiniones que siempre
nos ha caracterizado; parecemos cansados de esa unión en la
diversidad que nos ha hecho ser, a lo largo de la Historia, la luz
que ilumina el mundo, el espejo en el que todos se miran, la cuna de
la más grande tradición. Y este hartazgo, esta fatiga de base
profundamente inculta, lo han canalizado los extremistas, aquéllos
que, viendo sus revolucionarios propósitos más factibles, aplaudían
al ver que la población seguía con su proceso de sumersión en el
océano de la ignorancia.
2015
se presenta como año decisivo. Europa debe demostrar que sigue
aspirando a ser el faro que ilumine el mundo. Y eso no se hace
votando a los que plantean alternativas utópicas basadas en la
demagogia. Eso se logra trabajando para aumentar nuestros niveles de
libertad individual; se logra haciendo frente a los desmanes de la
clase política sin renunciar por ello a nuestra dignidad, a la
dignidad de que las tesis marxistas nos quieren desprender.
El
año próximo y lo que resta de éste deben constituir una
oportunidad para que los europeos mostremos al mundo que seguimos
estando a la vanguardia de la cultura, para que enseñemos al mundo
que las poblaciones que han llegado a columbrar la libertad, aun sin
tocarla, no se dejan guiar por aquéllos dispuestos a constreñirla.
muy buen analisis
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