jueves, 18 de diciembre de 2014

Éste no es el camino

 
Ayer, el Tribunal General de Justicia Europea anuló la decisión que la UE adoptó en 2003 de incluir a Hamás en la lista de organizaciones terroristas. En un nuevo gesto de infundada adulación por el Islam radical, Occidente volvió a escupir en plena cara al pueblo judío, volvió a someterlo a un atroz vituperio.

Ya, de por sí, resulta  execrable que el sector “progre” de Europa – absoluto dominador de la forma de pensar europea – en ocasiones denomine terrorista al que es el único Estado democrático y tolerante de Oriente Medio. Sin embargo, resulta todavía más deleznable que esa izquierda de tanta vileza se resista, como gato panza arriba, a calificar de terrorista a una organización que se dedica a lanzar misiles a un país en que los derechos individuales de los ciudadanos son escrupulosamente respetados con independencia de su religión.

Desde el momento en que se hizo con el control en Gaza, Hamás ha desarrollado una acción de cariz marcadamente terrorista. Los misiles lanzados sobre territorio israelí, los niños portando armas en plena calle, los túneles construidos con único objeto de sembrar el pánico en el sur de Israel y las ejecuciones públicas de algunos heroicos disidentes de su sanguinario régimen no hacen sino acreditarlo. Es decir, estas lindezas no hacen sino evidenciar que quienes gobiernan en Gaza comparten métodos y propósito con grupos como Estado Islámico o Hezbollah.

Todo ello legitima el descontento, la profunda insatisfacción, de Israel con la torticera decisión tomada por la justicia europea. Es verdaderamente  desolador que aquéllos que otrora fueron baluarte de los derechos individuales y la libertad, hogaño quieran extender su degeneración y putrefacción moral a uno de las pocos lugares que aún – y remando contracorriente – conserva algo de su dignidad, ese tan preciado y exiguo sustantivo.


Son ya demasiadas las pruebas de que el terrorismo en Europa queda impune y sale rentable. Y es que bailarle el agua al yihadismo no puede sino traer consigo sombríos augurios, no puede sino traer consigo imágenes de devastación. De seguir por este camino, los islamistas radicales acabarán con el lánguido Occidente tal y como los pueblos bárbaros acabaron con el decadente Imperio Romano. No digan que no lo advertí.

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