lunes, 13 de julio de 2015

El Papa y la España evangelizadora

El bicentenario de aquel grito de independencia de Hispanoamérica. Ése fue un grito nacido de la falta de libertades, de estar siendo exprimidos, saqueados, sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno”. Eso decía el Papa Francisco en su homilía de la Santa Misa celebrada en el Parque del Bicentenario de Quito, donde también pidió perdón por los crímenes de la conquista y colonización de América. Parece, pues, que la leyenda negra española se ha cobrado una nueva víctima, que esos lacayos de la falsa libertad que pregonan la maldad de España a diestra y siniestra han conseguido envolver al Santo Padre en su masónico hilo de mentiras.

El Papa Francisco – jesuita y argentino, para qué decir más – olvida, o simplemente ignora, que el proceso de independencia americano fue liderado por una burguesía criolla que, en contra de la voluntad popular y extraordinariamente influida por el pensamiento masónico, decidió buscar una nuevo camino para acrecentar su ya opulenta fortuna. Y es que poco le importa al Sumo Pontífice - en demasía condicionado por la herética Teología de la Liberación a la que se supone que tanto combatió – que los llamados procesos de emancipación se llevaran por delante la vida de indígenas y mestizos cuyo único pecado era querer seguir siendo españoles. Ahí está la limpia de “indios”, así los llamaban, que tuvo lugar en la Patagonia y el Chalco a cuenta del novel Estado argentino a fines del Siglo XIX. Eran los de arriba, y no los de abajo, los que no querían ser españoles.

España arribó a una tierra en la que los sacrificios humanos eran práctica cotidiana y en la que regía ese viejo amigo de la injusta justicia. España liberó América con el Evangelio, con la Buena Noticia, con la educación que los religiosos brindaron a los indígenas; España liberó a América con la verdad, no con ese batiburrillo de libertades – loadas por el Papa – que permitió que unos pocos se enriquecieran a costa de la servidumbre de muchos.


Mientras holandeses e ingleses esclavizaban a los indígenas de esos parajes a los que llegaban, los españoles se mezclaban con ellos. Mientras Holanda e Inglaterra exterminaban, España promulgaba las Leyes Nuevas de Indias, que dotaron a los aborígenes de la misma dignidad que cualquier otro ser humano. Al fin y al cabo, ésa es la congruente diferencia entre quienes desean amasar fortuna sin escrúpulo alguno y quienes pretenden ir al mundo entero y predicar el Evangelio. Pero al Papa Francisco esto último no parece entusiasmarle.  

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