Donald Trump es una de las
personas del panorama internacional que más ha padecido el ensañamiento de los
medios de comunicación españoles. Éstos han tildado al magnate - ahora tornado
en un político con tintes de showman - de xenófobo, racista, fascista y de no
sé cuántos adjetivos de cariz despectivo más. Ya saben, el Tribunal de la Santa
Corrección Política establece que quien ose no ceñirse a sus propios dictámenes
debe ser vituperado sin contemplaciones.
Les confesaré algo. A mí me
gusta Donald Trump. Me gusta políticamente, digo. Quizá sus formas no sean las
ideales, pero éstas quedan relegadas a un segundo plano por la valentía de sus
promesas y la veracidad de sus denuncias. No busquen en él a un hombre
moderado, pues no lo es. No busquen en él a un político humilde, pues tampoco
lo es. Trump es, más bien, un rebelde; es el síntoma de una sociedad
estadounidense hastiada de sus élites políticas y anhelante de que éstas hablen
en los mismos términos que emplea el buen americano que hace cola en el Burger
King.
El multimillonario es la nota
verdaderamente discordante. En un mundo cada vez más tendente al protervo
mundialismo, ha tenido el arrojo de defender la identidad nacional
estadounidense con propuestas; con propuestas que se materializarán en un
control más severo de las fronteras y en un indispensable proteccionismo
económico. Trump, básicamente, representa a todos los que creemos que no es
inmoral sino natural preocuparse más por el compatriota - con el que se
comparte una historia, una lengua, una tradición - que por el buen hombre que
mora en un país lejano.
Trump es el único precandidato
republicano (junto a Cruz, quizás) que le sienta como un puntapié en las
posaderas al Nuevo Orden Mundial. Es la voz de los norteamericanos que no
quieren que sus tradiciones, su cultura y sus valores queden disueltos en el
orgasmo sin fronteras del mundialismo; la voz de quienes desean recuperar el
sueño americano; la voz de quienes anhelan tornar a Estados Unidos grande de
nuevo. Ojalá algún político español fuese así.
Muy bueno y cierto Julio!
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