viernes, 4 de marzo de 2016

A mí sí me gusta Donald Trump

Donald Trump es una de las personas del panorama internacional que más ha padecido el ensañamiento de los medios de comunicación españoles. Éstos han tildado al magnate - ahora tornado en un político con tintes de showman - de xenófobo, racista, fascista y de no sé cuántos adjetivos de cariz despectivo más. Ya saben, el Tribunal de la Santa Corrección Política establece que quien ose no ceñirse a sus propios dictámenes debe ser vituperado sin contemplaciones.

Les confesaré algo. A mí me gusta Donald Trump. Me gusta políticamente, digo. Quizá sus formas no sean las ideales, pero éstas quedan relegadas a un segundo plano por la valentía de sus promesas y la veracidad de sus denuncias. No busquen en él a un hombre moderado, pues no lo es. No busquen en él a un político humilde, pues tampoco lo es. Trump es, más bien, un rebelde; es el síntoma de una sociedad estadounidense hastiada de sus élites políticas y anhelante de que éstas hablen en los mismos términos que emplea el buen americano que hace cola en el Burger King.

El multimillonario es la nota verdaderamente discordante. En un mundo cada vez más tendente al protervo mundialismo, ha tenido el arrojo de defender la identidad nacional estadounidense con propuestas; con propuestas que se materializarán en un control más severo de las fronteras y en un indispensable proteccionismo económico. Trump, básicamente, representa a todos los que creemos que no es inmoral sino natural preocuparse más por el compatriota - con el que se comparte una historia, una lengua, una tradición - que por el buen hombre que mora en un país lejano.


Trump es el único precandidato republicano (junto a Cruz, quizás) que le sienta como un puntapié en las posaderas al Nuevo Orden Mundial. Es la voz de los norteamericanos que no quieren que sus tradiciones, su cultura y sus valores queden disueltos en el orgasmo sin fronteras del mundialismo; la voz de quienes desean recuperar el sueño americano; la voz de quienes anhelan tornar a Estados Unidos grande de nuevo. Ojalá algún político español fuese así.

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