domingo, 6 de diciembre de 2015

El 21 de diciembre

Los partidos políticos nos han presentado las elecciones del 20 de diciembre como aquéllas que cambiarán España. Nos han vendido eso del cambio sensato y necesario. Sin embargo, no nos han explicado en qué narices consistirá el cambio; qué carajo va a mutar el día después de que la fiesta de la democracia descorche su caduco champagne. Empiezo a sospechar que ese anhelado cambio no es sino la consolidación de la política como disciplina circense.

Muchas son las infectas palabras que los políticos han repetido durante esta precampaña. “Regeneración”, “nueva política”, “transparencia”… Todos ellos, permítanme decirles, vocablos vacíos de contenido, expresiones rimbombantes tras las cuales la inanidad de pensamiento oculta sus vergüenzas, su escasez de propuestas serias. Como ven, cambio, ninguno.

Con su permiso, les diré lo que creo. El 21 de diciembre, el panadero seguirá levantándose a las seis de la mañana para hornear la harina, y el cartero seguirá repartiendo el correo de portal en portal. El 21 de diciembre, el español medio – ese al que los políticos han expoliado – continuará sin estar representado en el Congreso de los Diputados. Sí, ese humilde compatriota que no se identifica ni con la demoníaca ideología de género ni con el disparatado multiculturalismo. Y lo que es más grave: el 21 de diciembre nuestras cifras macroeconómicas seguirán bailando al son de los acordes tocados desde Bruselas; los 100.000 niños que son abortados cada año en España continuarán hacinándose en nuestra ya concurrida y putrefacta escombrera moral.


Les dicen que todo cambiará después del 20 de diciembre. Es más, les aseguran que ya todo ha cambiado, que ha llegado una nueva política más cercana al ciudadano. No les crean, queridos lectores, pues mienten. Y ellos lo saben. Nada ha cambiado y nada cambiará. Seguirán corrompiéndose, seguirán haciendo de la administración pública un complejo entramado de amigotes. Continuarán incumpliendo programas electorales, continuarán jugando con nuestra libertad, con nuestra dignidad y con nuestra nación al tiempo que hacen cálculos de estimación de voto. Este es nuestro sistema; el sistema que, con años de silente consentimiento, hemos construido. Ya es demasiado tarde para cambiarlo. 

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